TRÍPTICO DE LOS DESTELLOS QUE DEJAN LAS PALABRAS DEL BARQUERO ETERNO
(1er lugar Premio de poesía COODELMAR 2010)
“Con el alma en una nube,
Y el cuerpo como un lamento…”
Patxi Andión
I
El río se hizo laberinto, caos, abismo insondable,
Infranqueable. Tormentosa ventisca medieval,
rebelde torbellino,
desatado tumulto de furiosos bisontes.
Se hizo inmenso como la oscuridad
de la noche infinita,
como los días iniciales,
como los eternos precipicios de la nada.
Se nos volvió inasible, insufrible,
Inmisericorde.
El río se hizo laberinto, caos, abismo infranqueable.
De cada rincón llovían voces.
Nos alertaban a los cuatro vientos,
a todos y cada uno:
“Debes cruzar el río, debes cruzarlo”.
Todos quisimos hacerlo, todos.
Y tuvimos miedo, temor, angustia.
Y nadie se atrevía.
No hubo manos ni palabras.
No hubo voces ni sendero.
Sólo el tumultuoso ruido del río laberinto.
De cada rincón llovían voces y tuvimos miedo.
Del otro lado sabíamos el misterio.
Allí estaban todos los nombres, las cosas.
Todas las formas, los sonidos.
La caja de Pandora.
Buscábamos cruzar y tuvimos miedo,
Temblor, ausencia.
El monstruo nos remordía la conciencia,
nos aturdía los ojos con su fuego.
Del otro lado sabíamos el misterio,
los nombres, las cosas, los sonidos.
II
Hubo un hombre que no tuvo miedo y venció sus ojos.
Doblegó al monstruo eterno, le arrebató su fuerza
y cruzó airoso al otro lado.
Llevó consigo miles de palabras, miles de sueños.
Un día regresó por otros, por muchos.
Con el tiempo hizo una barca de maderas
y clavos, hierros,
pegantes y aceros.
Y nos fue guardando en sus rincones.
Nos fue descifrando todos los misterios.
Nos hizo a todos barca, papel, letras y crayones.
Y ese hombre nos trajo las palabras, no tuvo miedo.
Dos lugares separados por el estruendo animal.
Un hombre cruzándonos a todos,
descifrando laberintos,
mil noches y otras más.
Inundó su barca de nosotros, de niños y demás.
Guerrero eterno, centurión sin final.
Barquero infatigable,
Luchador sin cesar.
Uniendo infinito dos lugares
separados por el estruendo animal.
III
Aunque hoy aún el río es monstruo, abismo, tormenta inicial.
El barquero lo rinde y arremete contra él.
Inclaudicable, rebelde.
A pesar del monstruo y tal vez por él,
eterno cruza sus crestas milenarias.
Al otro lado siguen las palabras,
los nombres sin final,
todo lo que es,
las formas, el silencio esencial
de lo cierto.
Caja de Pandora:
Y sólo una voz entre las multitudes:
¡Maestro!
Leonardo Fabio Marín Zapata
(Pereira-Colombia)